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Nací en 1961 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Reparto mi dedicación al arte entre la producción, la investigación y la docencia.

 

Desde muy joven estuve en contacto con una zona (muy cercana a la ciudad) conformada por ríos y pequeñas islas. Pasé mis fines de semana disfrutando de ese lugar y vinculándome con la naturaleza.

Observé a los habitantes de las islas y a sus recursos para vivir en un paisaje que cambia permanentemente dependiendo de las crecientes de los ríos. En este entorno encontré al mimbre. El día en que tomé contacto con sus varillas por primera vez sentí la fuerza de la seducción del material y desde entonces comencé a producir obra con él.

 

Manipulando y dialogando con el mimbre descubrí la flexibilidad y los límites de su resistencia. Las varillas unidas unas a las otras generan tramas de formas variadas con espacios abiertos y cerrados. Conforman volúmenes con capacidades de comunicar lugares y atrapar sitios.

 

Cada varilla de mimbre exigirá a la otra subordinación a la red, a la sociedad, para poder dibujar el espacio. Tienen la capacidad de ser flexibles y de adaptarse a la curva que requiere la forma pero muchas se quiebran y son descartadas sin que formen parte de la trama.

Algunas son rectas. Otras presentan desviaciones en su trayectoria que dan cuenta de algún sufrimiento en su crecimiento. Pueden bifurcarse o tener sus puntas cortadas.

 

Pienso a la varilla de mimbre de modo análogo al individuo que vive en sociedad. Cada varilla es una identidad particular a pesar que en una observación rápida parezcan iguales. Ellas tienen las huellas de su vida en su propio cuerpo.

 

 

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